La caravana emprende un dificultoso viaje por parajes desérticos.
Pronto se les unirá un trío de artistas ambulantes, compuesto por una pareja mayor y la joven Denver, de quien Travis no tarda en enamorarse.
Pero su encuentro con los Clegg, forajidos a quienes persigue la justicia, agravará la situación.
La razón de ello es que se trata de un western en verdad diferente al resto por cuanto no hay apenas tiros ni acción. Casi todo es introspección psicológica y está rodada como si fuera un documental, al menos gran parte de ella.
Cuando la violencia aparece (a cargo del personaje muy bien interpretado por James Arness) es ruda y fea, siendo las peleas sucias y especiamente realistas, lo que tampoco ayuda a la fácil digestión por parte del espectador medio, que siempre prefiere algo más convencional y facilón.
Soberbio Ben Johnson, un magistral actor siempre pero al que cuesta verle de protagonista. En este caso lo es y hasta logra no se le eche en falta al “Chon” Wayne.
Memorable fotografía en blanco y negro a cargo de Bert Glennon, que saca partido de impresionantes paisajes de Utah (USA), donde no podía faltar “su” Monument Valley, en este caso un personaje más en la historia.
Buena banda sonora de Richard Hageman.