Es un difícil recorrido y los vaqueros con los que contaba le abandonan al ser descubierto un filón de oro en un lugar próximo.
Por ello se ve obligado a reclutar a una pandilla de mozalbetes que no han desempeñado ese trabajo nunca.
La construcción de la línea del ferrocarril llega a un pequeño pueblo del oeste llamado Rock Ridge.
Es un canto a la lucha contra la injusticia, y para narrar todo ello, con un buen ritmo, conseguidos diálogos y estupendas interpretaciones (nada menos que gente como Cleavon Little, Slim Pickens, Dom de Luise y/o el finado y siempre recordado Gene Wilder), emplea una buena base técnica, sólida, que consigue una perfecta ambientación de la época y una preciosa fotografía y banda sonora. Es decir, que formalmente es impecable.
Una película que, quizás vista hoy en día no luzca tan bonita como antaño pues el sentido del humor ha cambiado en el mundo, pero sigue siendo un buen ejemplo de un cine cómico tendente a la desaparición, y del que el bueno de Mel Brooks es uno de sus últimos exponentes.
Está bien, es agradable de ver y todavía muchos de su gags siguen conservándose tan frescos como cuando se rodó.
Aquí no ocurre eso, sino que esta cinta del oeste, aunque resulta un tanto rarilla al contener algunos elementos fantásticos, por ello mismo logra sorprender al espectador, introduciéndole en una historia poco convencional, que se hace francamente entretenida y vistosa.
Su visión es agradable en todo momento y se disfruta de veras.
Charles Bronson tiene un personaje desascostumbrado en su carrera, demostrando aquí que podía ser un actor algo más que competente y cumplidor. En esta ocasión tiene matices que le distinguen, algo que no repetiría casi nunca en lo que le quedó de carrera cinematográfica.
Estupendos intérpretes mal llamados «secundarios» y buena fotografía y banda sonora.Una peli maja, que merece la pena ver, sobre todo en pantalla grande.
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Interesante aunque algo fallido película, donde se narran los últimos tiempos de Tom Horn, un personaje verídico del famoso oeste y principios del siglo XX.
Fue este hombre muchas cosas, vigía del Ejército de los Estados Unidos en sus correrías contra los indios aunque tomara partido por ellos, pistolero, hombre de la Ley…
Al final acabó siendo una pequeña leyenda.
Todo esto no queda perfectamente reflejado en este film, pero se aprecian constantes de su vida, como su rebeldía a los convencionalismos, al Orden mal establecido, hacia las injusticias para con los menos favorecidos.
Podría haber estado mejor, pero resulta un tanto apagada, incluso triste. Quizás es lo que pretendío su director, William Wiard, autor de algún título afortunado, al intentar explicar de forma crepuscular el final de un gran hombre que no pudo contra todo pero al menos lo intentó.
A mi modo de ver fue superior la miniserie televisiva con David Carradine como Horn y el gran y siempre magnífico Richard Widmark como su fiel compañero en tantas y tantas aventuras.
Loable interpretación de Steve Mc Queen, que ese mismo año moriría aquejado de cáncer, perfecta ambientación reflejando un mundo a punto de desaparecer, y un buen puñado de ilustres «secundarios «(Richar Farnsworth, Billy Green Bush, Slim Pickens, Elisha Cook Jr., Roy Jenson, Geoffre Lewis), que dan realce al producto.
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